Es uno de los principales lepidópteros del maíz que causa daños en rendimientos de hasta 50%. Conocer los grados de afección y su manejo son la clave para evitar mayores pérdidas.
La oruga militar tardía o gusano cogollero (Spodoptera frugiperda) es una de las plagas más importantes que afecta al cultivo de maíz. Se destaca por su capacidad para causar pérdidas significativas en el rendimiento del cultivo, llegando a provocar hasta más de un 50% de mermas productivas.
El término «militar tardía» se refiere al comportamiento de esta plaga, que ataca en amplios frentes y puede estar presente durante todo el ciclo del maíz. Este comportamiento puede ocasionar daños considerables en los cultivos, especialmente cuando ataca en etapas tempranas de crecimiento y estados reproductivos.
La oruga militar tardía ataca al maíz en cualquier etapa de su desarrollo. Los daños que causa pueden manifestarse de diferentes maneras dependiendo del estado de la planta y del comportamiento de las larvas.
En la etapa inicial del cultivo, puede actuar como cortadora, dañando las plántulas en la implantación. Esto puede resultar en pérdidas significativas si no se controla adecuadamente, ya que debilita la planta en su fase más vulnerable.
Durante las etapas vegetativas, puede convertirse en defoliadora, alimentándose del follaje y afectando el desarrollo del cogollo. Este tipo de daño puede reducir la capacidad fotosintética de la planta y comprometer su crecimiento y rendimiento final.
Las larvas también pueden causar daños directos al alimentarse de los granos en desarrollo, lo que resulta en pérdidas económicas para los agricultores. Este daño directo puede ocurrir tanto en las hojas enrolladas como en la espiga del maíz. En condiciones de sequía, puede incluso atacar el tallo de la planta, comportándose como una barrenadora que puede ser especialmente perjudicial en etapas reproductivas del cultivo, cuando afecta la formación y desarrollo de la espiga, disminuyendo significativamente el rendimiento del maíz.
Es decir que, a lo largo del ciclo del maíz, es capaz de reducir la capacidad fotosintética de las plantas, provocar la pérdida de granos y la disminución del peso de los granos. Por ello es importante reconocer los primeros signos de daño y actuar prontamente.
Los daños del cogollero se clasifican en función de la escala de Davis, a través de la observación del porcentaje de plantas afectadas en relación con el tamaño de la larva presente en ese momento:
Es importante destacar que los maíces de siembra tardía o de segunda son los más susceptibles a este tipo de daño, ya que en esos ambientes el cultivo coincide con picos poblacionales de la plaga, lo que aumenta la probabilidad de un mayor ataque.
Siembras tardías: una decisión difícil de tomar
El aumento en las densidades poblacionales de la oruga militar tardía en Argentina en los últimos años ha sido motivo de preocupación para los agricultores, especialmente debido a su creciente impacto en los cultivos de maíz y sorgo.
En el caso específico del maíz, los ataques más severos suelen ocurrir durante la fase vegetativa inicial del desarrollo de las plantas, aproximadamente 30 días después de la siembra. Estos ataques pueden disminuir rindes entre un 30% y un 64%, y pueden requerir la aplicación de productos químicos, lo que, a su vez, incrementa los costos de producción.
Cuando la infestación de oruga militar tardía ya está instalada en el cultivo, los daños repercuten directamente en las etapas reproductivas. En la zona núcleo de Argentina, donde cerca del 50% del área cultivada de maíz se siembra tardíamente (entre noviembre y principios de enero) este fenómeno es especialmente relevante.
La siembra tardía busca asegurar una mayor disponibilidad de agua durante momentos críticos del ciclo de cultivo, como la floración, lo que puede elevar los techos de producción de granos. Sin embargo, también conlleva un aumento en la incidencia de la plaga que puede terminar afectando negativamente el rendimiento potencial adicional obtenido mediante la siembra tardía.
Por ello, el uso de aplicaciones químicas para controlar Spodoptera puede ser efectivo en daños leves, pero es importante considerar prácticas de manejo integrado para reducir la dependencia de fitosanitarios y minimizar los impactos ambientales como el uso de híbridos resistentes al gusano cogollero, monitoreo regular de las poblaciones de la plaga, y medidas de control biológico y cultural cuando sea posible.
Una combinación de técnicas integradas y un manejo cuidadoso son clave para un control efectivo de plagas como Spodoptera frugiperda en el cultivo de maíz, minimizando el uso de insecticidas y promoviendo prácticas agrícolas sostenibles.